Inquietante credibilidad de internet

Echen un vistazo a Google, pongan Gina Rinehart y descubrirán no sólo que es una rolliza y excéntrica heredera australiana, sino que el mundo entero pide (metafóricamente... o no) su cabeza por haber propuesto esterilizar a los pobres de este mundo como medio para reducir el hambre y la sobrepoblación. Lo curioso e inquietante es que días después de revelarse que esa chocante noticia era falsa, el escándalo seguía recorriendo internet: «¡Peor que los nazis!». Una vez más, el cupo de credibilidad de ese vehículo tentacular e incontrolable demostraba ser muy abultado. Y todavía más curioso cuando una sociedad indignada pone hoy a caldo los medios informativos profesionales y tradicionales.

La historia sobre Rinehart apareció en The Daily Courant, un sitio de internet explícitamente satírico, cosa que muchos parecen no haber visto. Tenía alguna verosimilitud porque esta señora suele decir cosas polémicas, como, por ejemplo: «Si sienten celos de los ricos, no se queden sentados quejándose. Ganen más dinero. Pasen menos tiempo bebiendo, fumando o haciendo vida social, y trabajen». Pero The Daily Courant la llevaba al absurdo más total, haciéndole decir cosas como: «Creo que cualquier pareja que gane menos de 100.000 dólares al año debería ser esterilizada por vasectomía o ligadura de las trompas de Falopio. Y a los que ganen más de 100.000 se les debería incitar a tener 10 o 12 hijos».

Para mayor pasmo, aproximadamente a cada diez comentarios furibundos publicados tras el artículo –y llegaron a los 800– aparecía uno que decía, más o menos: «¡Pero no sean merluzos, que no es cierto, que es una sátira!”. Hasta que The Daily Courant, abrumado, decidió hacer algo inhabitual: borrarlo por las buenas. Pero eso no detuvo la oleada universal de protestas, sino que quizá las sostuvo, al suprimir la prueba del delito. Hasta este cronista se enfrentó el domingo con réplicas incrédulas al intentar desmontar el bulo en Twitter: «La fuente es fiable», respondía, desafiante, un tuitero.

Ya sabemos que la sátira no funciona bien en ciertos medios, como la radio. Que ciertos regímenes políticos la entienden peor que otros: el Diario del Pueblo chino se tragó hace unos meses la proclamación del dictador norcoreano Kim Jong-un como «el hombre más sexy» por The Onion, otro sitio satírico en internet. Pero el que por una sátira se le pueda montar a una persona un linchamiento de alcance universal nos habla de unas sociedades sin criterio, de una credulidad moldeada por los irreales reality shows de la televisión. Y eso asusta bastante más aún.